En las grandes ciudades es frecuente encontrar animales callejeros. La gente se deshace de ellos como si fueran juguetes aburridos. Si un perro está enfermo, es viejo o simplemente interrumpe los planes de una persona, se tira como basura.
Cientos de personas pasan por delante de ellos cada día, ven estos ojos desafortunados, pero están ocupados con sus responsabilidades cotidianas. Algunos se ocupan de los hambrientos, otros se preocupan.
Hay personas que incluso están dispuestas a hacerles daño, simplemente confundiéndolos con una amenaza. Pero esta es una historia sobre otras personas.
Los lugareños se enteraron de que en la ciudad vivía un pastor alemán viejo y flaco. El perro de alguna manera cayó en una trampa, vivía en el canal de un río y estaba condenado a morir de hambre.
Un grupo de voluntarios bajó al río y alimentó al perro. Cuando un hombre acarició a un perro por primera vez en mucho tiempo, el animal empezó a llorar. Ya no esperaba amabilidad de la gente.
Ahora el perro llamado Biggie está sano, bien alimentado y amado. Le encontraron un dueño cariñoso.
Como este perrito, hay miles de animales iguales. Necesitan ayuda, amor, cariño. No pases estos ojos. Te espera un retorno cien veces mayor si decides hacerles el bien.